sábado, 28 de febrero de 2009

The Ex-Files

¿Quién tiene la culpa en una ruptura? ¿Quién se queda con qué? ¿Cómo hacer para recoger todos los pequeños trozos de la relación y deshacerte de ellos para que no te persigan como fantasmas? ¿Cuánto se supone que tardas en sanar las heridas de la ruptura? Muchas preguntas ¿no? Y no, no es mi intención responderla, es sólo que, muchos de nosotros nos quedamos con las mismas interrogantes después de una ruptura… y, a decir verdad, no existe el “Manual de la Ruptura Indolora” (y si existe ¡por favor háganme llegar un ejemplar!), y tal vez por eso, cometemos errores, nos lastimamos una y otra a vez a nosotros mismos rememorando los idílicos momentos que pasamos con aquél príncipe encantado que resultó ser un sapo más en la búsqueda.

Cuántas veces te has encerrado en tu habitación, con la cobijas cubriéndote por completo, tragando chocolates como si fueran laxantes sentimentales y viendo cuantas películas románticas posees en tu videoteca, queriendo cortarte las venas con un pepinillo agrio o con una tortilla dura sólo para recordarte tu desgracia y disfrutar (¡si, disfrutar!) aquél sentimiento de vacío. O si no, cuántas veces te has ido de peda después del truene para “ahogar ese dolor” en las dulces mieles del alcohol, y despiertas a la mañana siguiente, en una cama que no es la tuya, con un wey al que ni recuerdas, y todo esto sólo para caer a la cuenta de que lo sigues extrañando igual que ayer, sólo que ahora tienes un dolor de cabeza que no te quita ni Dios Padre y una cruda moral por cuanta estupidez hiciste frente a tus amigos cuando estabas bajo los efectos del alcohol (eso sin mencionar el quemón de haberte llevado a la cama al primer wey que se te cruzó en el antro). ¡Por favor gente! No me digan que no han pasado por alguna de estas situaciones, o si no, no me negarán que no se les pondrán los ojillos de Remi con sólo escuchar AQUELLA canción… ¡ah verdad!, ¿no que no?... y no, no lo critico ni mucho menos, porque esta situaciones son las catarsis más normales en este tipo de situaciones, jejeje hasta yo he llorado con el simple hecho de escuchar La Fuerza del Destino (y esos momentos maldije a Nacho Cano por escribir canciones como esa y a Ana Torroja por interpretar es canción con su melosa voz).

Una de las cosas que he aprendido a punta de golpes (por parte de la vida ¿eh?) es que no importa que tan fuerte haya sido el madrazo, siempre hay un curita, siempre hay algún ungüento que nos ayude a sanar… a veces es escuchar una y otra y otra vez las mismas canciones para ir depurando todo aquello; a veces lo mejor que puedes hacer es escaparte, aunque sea un par de días, desconéctate del mundo (en este caso siempre es bueno llevar a tus mejores amigos y un cartón de cervezas, jajaja) y para cuando regreses a la realidad, ya no dolerá tanto, ya verás. Pero, eso si, mi recomendación número uno es: NO TE AFERRES, si no era para ti, no lo va a ser, y recuerda que “Segundas partes nunca fueron buenas” (y vaya que es cierto; ni las segundas, ni las terceras, MUCHO MENOS LAS CUARTAS, jajaja).

Después de la ruptura, lo mejor que puedes hacer es disfrutar (sí, disfrutar!) esos momentos de dolor, porque son esos momentos los que te recuerdan que eres vulnerable, los que te recuerdan que aunque estés caído, y que siempre tienes una oportunidad de levantarte, sacudirte el polvo de las rodillas y seguir caminando; después de todo, qué sería del amor si no tuviéramos que besar una cantidad considerable de sapos para poder descubrir al Príncipe Encantador.

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